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viernes, 28 de enero de 2011

A la luz de la lámpara



Cuando Harriet Backer, pintora noruega, presenta este cuadro en 1890, el motivo pictórico resultó inaceptable.
¿Era algo demasiado cotidiano?
Sin embargo esto no pareció importar demasiado a la artista, ya que le fascinaban los retos.
Los colores, manejados desde el único foco de luz de la mesa, por tanto luz artificial, forman un todo con las sombras.
La pared de color pardo de la izquierda, gama cálida, combina con el de la madera iluminada de la mesa. A su vez, el respaldo de la silla recibe el reflejo de la luz de las ascuas de la estufa y el espejo situado sobre ella devuelve una imagen abstracta de lo que refleja.
La pared siguiente está encalada, aunque manchada por los reflejos azules y por la sobra de la estufa que se dibuja sobre ella. En la pared de enfrente, el azul brilla sobre la oscuridad que se ve tras los cristales.
Las cortinas recogidas con frunces, enmarcan la ventana cubierta en la parte inferior con unos visillos o contraventanas verdes. Estos colores fríos contrastan con la calidez de la madera de la mesa.
El lado derecho de la pared, igualmente azul, está dominado por la sombra que se desprende de la muchacha que está leyendo totalmente concentrada.
A pesar de las sombras, la parte inferior del cuadro está perfectamente definida y coloreada de forma realista.

¿Qué estará leyendo esta anónima lectora?

miércoles, 26 de enero de 2011

Sobre la traducción





La tarea del traductor no va de la palabra a la oración, al texto, al conjunto cultural, sino a la inversa: impregnándose por vastas lecturas del espíritu de una cultura, el traductor vuelve a descender al texto, a la oración y a la palabra.


(Paul Ricoeur: Sobre la traducción, Buenos Aires: Paidós, 2005)

viernes, 21 de enero de 2011

Sobre la lectura (VII)



La lectura se encuentra en el umbral de la vida espiritual;
puede introducirnos en ella; pero no la constituye.
(Marcel Proust: Sobre la lectura)

domingo, 16 de enero de 2011

Don Quijote vuela desde Japón

Que los Reyes Magos vienen de Oriente es una realidad que he podido constatar.
Hace dos días he recibido un paquete desde Japón de Hisae, una de las compañeras del Congreso Internacional del Ibby 2010. Ha tenido la amabilidad de enviarme dos ejemplares de quijotes infantiles para mi colección, y yo la tremenda suerte de recibirlos y añadirlos a ésta, con entusiasmo. Además me ha dado todas las explicaciones que vienen a continuación. Me encantaría saber japonés, pero no es el caso, así que recojo los datos de Hisae.


El ingenioso hidalgo Don Quijote de la Mancha, adaptación de Hiroshi Kusaka, Ilus. de Koji Suzuki.Ed. Syueisya, 8ª edición, Tokyo, 2008. La 1ª edición de este libro es de 1990.
Este libro está recomendado para primera enseñanza. Está traducido y adaptado con palabras sencillas.
Las ilustraciones son muy originales, unas en color y otras en blanco y negro.





Don Quijote, adaptación de Nobuaki Ushizima, Ilus. José Segrelles, Ed. Iwanamishoten, 9ª ed., Tokyo, 2009.
La primera edición de este libro se hizo en 1987. Es un sexto del original y abarca los tres viajes de Don Quijote. El mismo traductor ha hecho la traducción completa de la obra en 6 volúmenes.
Este libro está recomendado para lectores a partir de 12 años, pero también pueden leerlo los adultos que no tengan tiempo para leer el texto completo, así pueden comprender la esencia del original de Cervantes.Una vez hecho esto, muchos sienten curiosidad por el texto completo.

Ambas ediciones están extraordinariamente cuidadas.
¡Mil gracias, Hisae!

miércoles, 12 de enero de 2011

Sobre la lectura (VI)



La lectura de todos los buenos libros es como una conversación con los hombres más ilustres de otros siglos que fueron sus autores.


(Descartes)

martes, 4 de enero de 2011

El niño con el pijama de rayas

En el 2007 la editorial Salamandra publicó este libro de John Boyne, convertido en un éxito internacional.
Yo la verdad es que sentí curiosidad en su momento, pero se me pasó leerlo.
Estas navidades la editorial ha tenido la gentileza de felicitarme con la edición ilustrada por Gianni De Conno, de dicha obra.
Una edición cuidada en tapa dura, llamativa y con unas ilustraciones de carácter realista, con unos matices que pertenecen al mundo del cine, de la fotografía antigua, de algo que se quiere captar , pero que no se fija del todo porque vive por sí mismo en esos tonos y trazos un tanto velados.

La traducción de Gemma Rovira fluye y el texto, fácil en sí, se lee con igual facilidad.
Es una historia emotiva en la que el autor pone de manifiesto con maestría la psicología infantil. Los niños, víctimas siempre inocentes de la barbarie adulta en todas y cada una de las guerras en que éste se empeña, buscan su propio espacio y tratan de entender lo que a todas luces siempre ha sido y será la mayor locura.
Ellos se interesan por conservar el cariño, el calor de sus vidas anteriores y por recobrar los amigos que han perdido en el horizonte sin ninguna explicación.

Creer que a un niño se le puede trasladar como si fuera una maleta es también bastante típico de los adultos, preocupados siempre por lo que consideramos cuestiones de vital importancia.
Quizás hoy en día ya estemos en la era en que se dialoga más o se dan más explicaciones de lo que se hace en una familia, pero habría que ver cómo, cuándo, en qué familias y en qué circunstancias. Desde luego en los años 30, los niños eran invisibles cuando no utilizados para duros trabajos. La pena, lo más duro de todo, lo que puede conmover del libro es precisamente que en muchos lugares del mundo y desde luego en las zonas en conflicto, los niños siguen siendo igualmente invisibles y utilizados.

Este libro puede ser un grito. Denuncia más que una época, una situación, la del ser humano adulto embarcado en su propia vida, creyendo que todo marcha tal y como se ha propuesto, sin pensar que hay mundos y vidas paralelas que corren al hilo de la suya propia y que se mueven independientemente.
Que Bruno quiera ser explorador de mayor es la mejor metáfora de esa realidad desgraciadamente inacabada, dado el empecimamiento por resolver las cuestiones por la fuerza bruta. ¿Aprenderemos alguna vez?

En esta historia, dos niños, uno alemán y otro judío, se ven a ambos lados de una alambrada sin comprender qué hacen ahí y sin conseguir saber por qué no pueden jugar.
El gesto de sentarse y charlar. La comida llevada a escondidas, los diálogos perfectos de 9 años envueltos en la lógica aplastante de su edad, el deseo de explorar el mundo del otro para comprender y para ayudar, el no ver la muerte por más presente que esté, el amor a la vida, el sentido de la amistad que les lleva a enlazarse la manos, a jugar en un mundo en el que no se puede jugar... son actitudes que corren paralelas a las de unos adultos, plenamente conscientes de lo que ocurre, viviendo la crueldad, la frialdad, el ascenso social, sin medir tampoco las consecuencias de unos actos que nunca hubieran imaginado terribles para ellos.

Es una historia original, a pesar de haber visto y leído tanto sobre los nazis porque el punto de vista es el de los niños. El final hace verosímil una historia que ha conmovido a tantos y tantos lectores, entre los que me encuentro.
A juicio de cada uno queda para qué edad es este libro.
Yo pienso que es para los 12 ó 13 años, justo para lectores cono Gretel, la hermana de Bruno, cuya psicología preadolescente también está bien dibujada. A esta edad ya pueden leer entre líneas, ya pueden asimilar realmente lo que se cuenta.

"...durante varias semanas Bruno siguió saliendo de casa cuando se marchaba Herr Liszt y Madre echaba la siesta. Daba el largo paseo junto a la alambrada para reunirse con Shmuel, que casi todas las tardes estaba esperándolo allí, sentado en el suelo con la piernas cruzadas, con la vista clavada en el árido suelo."