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domingo, 30 de mayo de 2010

Bondoux




Tiempo de milagros es la historia de Kumail, un niño a quien la guerra obliga a viajar atravesando Europa, en busca de un mundo mejor.
Anne-Laure Bondoux sumerge al lector en un mundo único de emociones, sentimientos, tensión, imaginación, realismo y sorpresas, tal y como acostumbra a hacer en sus obras.
La inocencia, el amor, la esperanza y también el llanto, la injusticia y la desilusión, se dan cita en una historia intensa, de carácter realista.

Como estamos en plena Feria del Libro, es uno de los libros que os recomiendo comprar y leer. Yo tuve la suerte de traducirlo el año pasado.Y como me ocurre siempre con esta autora, quedé maravillada.

El hilo conductor de la historia me recuerda al de la película "La vida es bella", de Roberto Benigni. Ya me diréis si os trae el mismo recuerdo y descubriréis por qué.

El libro acaba de ser editado por Edelvives, en una cuidada edición en tapa dura, de 217 págs.

jueves, 27 de mayo de 2010

Ian Falconer


Esta mañana tengo en la mano el libro de OLIVIA salva el circo, de Ian Falconer, traducido por Natalia Cervantes para el Fondo de Cultura Económica, de México.

Esta cerdita es un tierno personaje infantil, creado por un ilustrador neoyorquino. El fenómeno de Olivia en EEUU ha sido muy importante. Su simplicidad es sólo aparente, ya que estos libros aportan frescura, humor, imaginación y cierta honda complejidad en el tratamiento de los temas, si se analizan los libros con atención.
OLIVIA tiene personalidad y vive en "su mundo", como casi todos los niños, aunque no tenga más remedio que estar conectada al de los mayores.
Es muy interesante, como se observa en el artículo cuyo enlace destaco a continuación, http://cuatrogatos.org/8olivia.html, la relación que el autor establece entre su personaje y el Arte, sobre todo relacionado con espectáculos musicales y teatrales.
Esta es una de las aportaciones más interesantes de estas obras aparentemente simples.

viernes, 14 de mayo de 2010

Siméon / Goscinny

Hace mucho que no abro el rincón del lector para comentar una de mis lecturas favoritas, libros que merecen la pena, así que hoy me toca hablar de uno muy especial, porque en pocas páginas y perfectamente adaptado para niños, el autor, Jean-Pierre Siméon, desarrolla una teoría literaria sobre la poesía que resulta tan conmovedora y provechosa para los pequeños como la de Frederick de Leo Lionni. El libro es: Un poema para curar a los peces, de la Editorial Kókinos; el ilustrador es Olivier Tallec. Como siempre Kókinos hizo una estupenda edición en 2006. Espero que aún pueda encontrarse en las librerías, y si no, en la estantería de las bibliotecas, en la sección infantil.

Y como se acaba de estrenar la película de El pequeño Nicolás,que es otro de mis personajes favoritos de literatura infantil, recordar solamente que ya ha cumplido 54 años y que Goscinny empezó la serie, ilustrada por Sempé en 1956 y la terminó en 1964. En España estos libros los edita Alfaguara.
Nicolás y sus amigos, al igual que otros personajes de Goscinny, en concreto Astérix, ilustrado por Uderzo, han dado la vuelta al mundo y ahora la darán en la pantalla. Como aún no he tenido tiempo de ver la versión cinematográfica, no puedo comentar nada; a ver si alguien se anima a hacerlo en el blog. Lo más importante es destacar el humor, la universalidad y naturalidad de El pequeño Nicolás.

Goscinny: El pequeño Nicolás, Ilus. de Sempé,Trad. De Esther Benítez, Ed.Alfaguara/Salvat, Col. BIblioteca Juvennil, Barcelona, 1987, 139 págs.

lunes, 10 de mayo de 2010

Benito Pérez Galdós

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Galdós nació el 10 de Mayo de 1843 en las Palmas de Gran Canaria en esta casa



Para escribir eligió Madrid y su finca de San Quintín en Santander. Allí conoció al último superviviente de la Guerra de la Independencia y comenzó a escribir Los Episodios Nacionales.

Galdós escribe a Clarín desde Santander preguntándole por la novela que ha dicho que está escribiendo. Su amistad literaria está consolidada. Alas le dice que ha visto cosas en Marianela y en La desheredada que no cree que haya visto el propio autor. “Los dos únicos novelistas vivos que me gustan son Vd y Zola ¿Qué le falta a Vd.? Muchas cosas que tiene Zola. ¿Y a Zola? Muchas que tiene Vd. ¿Y a los dos?, algunas que tenía Flaubert ¿Y a los tres? Algunas que tenía Balzac. ¿Y a Balzac?, otras que tienen Vds. Tres”.
Para Clarín Galdós era el mejor escritor de España.
(Anécdota y texto entrecomillado recogido de la completísima biografía de Armengol)

Foto de Alfonso, cedida por la Casa-Museo Galdós, del Cabildo de Gran Canaria
Galdós era un gran amante de los perros, el amor a los animales era una de las características de su personalidad.

sábado, 8 de mayo de 2010

Volar muy alto


Esta semana he recibido dos noticias tristes.
Dos amigas han emprendido el vuelo definitivo hacia el infinito.
La primera, Lidia Ollero, bibliotecaria, experta en literatura infantil, tenía aproximadamente mi edad. De ella nos quedará su trabajo, su sonrisa afable, su cercanía y muchas cosas más, sin duda.

La segunda, Carmen Zulueta, escritora y lectora empedernida, era muy mayor. De Carmen, dada su larga vida, queda una larga estela, un camino luminoso vivido día a día, porque aunque tuviera sombras como todos, no se recreaba en ellas y convertía lo negativo en positivo con gran facilidad. Era entrañable y generosa y abría las puertas de su casa neoyorquina a sus amigos con alegría y cariño.
Se interesaba por todos los proyectos relacionados con la educación. Podíamos pasar ratos interminables hablando de este tema, de literatura infantil, de cómo despertar el deseo de leer, que había surgido en ella siendo muy pequeña.
Carmen se había educado en la Institución Libre de Enseñanza y recordaba con nitidez todo lo relacionado con la lectura y su aprendizaje. Las novedades pedagógicas marcaron su vida y por eso le encantaba saber cómo enseñábamos los demás, este tema la entusiasmaba.

Son dos arrancones que dejan un vacío en el alma. Es difícil decir nada, a veces sólo podemos expresarnos con el silencio. El misterio de la vida y de la muerte se resuelve finalmente en lo más profundo de nosotros mismos, en la intimidad.

He tenido la suerte de conoceros, de charlar con vosotras, de compartir proyectos e ideas con ilusión.

Para vosotras son estos luminosos tulipanes amarillos, que crecen a la luz del sol.

Os recordaré siempre.

sábado, 1 de mayo de 2010

1808 visto por Galdós (II)




Estas fotografías pertenecen a la Exposición que realicé en 2008 con motivo de la celebración del Bicentenario de la Guerra de la Independencia, patrocinada por la Comunidad de Madrid. Como ya dije en 1808 visto por Galdós (I), en este mismo blog, el diseño gráfico es de Jesús Moreno & Asociados y las ilustraciones en color de Pablo Velarde, las que están en una sola tinta son de Castejón, cedidas por la Casa-Museo Pérez Galdós.





En la mesa de la recreción imaginaria del despacho de Galdós estaba colocado el interactivo que completaba la información de los paneles y que se regalaba a los profesores que acompañaban a los grupos visitantes, para que pudieran seguir y completar el trabajo en el aula.



En este plano de Madrid se sitúan los lugares más importantes del 2 de Mayo y los que corresponden a la vida de Galdós en Madrid.





Durante nuestra conversación advertí que la multitud aumentaba, apretándose más. Componíanla personas de ambos sexos y de todas las clases de la sociedad, espontáneamente reunidas por uno de esos llamamientos morales, íntimos, misteriosos, informulados, que no parten de ninguna voz oficial, y resuenan de improviso en los oídos de un pueblo entero, hablándole el balbuciente lenguaje de la inspiración. /…/ raras veces presenta la historia ejemplos como aquél, porque el sentimiento patrio no hace milagros sino cuando es una condensación colosal, una unidad sin discrepancias de ningún género, y por lo tanto una fuerza irresistible y superior a cuantos obstáculos pueden oponerle los recursos materiales, el genio militar y la muchedumbre de enemigos.El más poderoso genio de la guerra es la conciencia nacional, y la disciplina que da más cohesión, el patriotismo.
(Galdós, Episodio 3, El l9 de Marzo y el 2 de Mayo, cap. XXVI)


Pero lejos de determinar la presencia de los artilleros una dispersión general casi toda la multitud corría hacia la calle Nueva …. Una detonación espantosa heló la sangre en mis venas, y vi caer no lejos de mí algunas personas heridas por la metralla. Aquel fue uno de los cuadros más terribles que he presenciado en mi vida. La ira estalló en la boca del pueblo de un modo tan formidable, que causaba tanto espanto como la artillería enemiga. /…/ …corrieron todos hacia la calle Mayor. No se oían más voces que “armas, armas, armas”. Los que no vociferaban en las calles, vociferaban en los balcones, y si un momento antes la mitad de los madrileños eran simplemente curiosos, después de la aparición de la artillería todos fueron actores. Cada cual corría a su casa, a la ajena o a la más cercana en busca de un arma, y no encontrándola, echaba mano de cualquier herramienta. Todo servía, con tal que sirviera para matar.
El resultado era asombroso. Yo no sé de dónde salía tanta gente armada. Cualquiera habría creído en la existencia de una conjuración silenciosamente preparada; /…/ La calle Mayor y las contiguas ofrecían el aspecto de un hervidero de rabia, imposible de describir por medio del lenguaje. El que no lo vio, renuncie a tener idea de semejante levantamiento.
(Galdós: Episodio 3, El 19 de Marzo y el 2 de Mayo, cap. XXVI)




La carga de los mamelucosLlegar los cuerpos de ejército a la Puerta del Sol y comenzar el ataque, fueron sucesos ocurridos en un mismo instante. Yo creo que los franceses, a pesar de su superioridad numérica y material, estaban más aturdidos que los españoles; así es que en vez de comenzar poniendo en juego la caballería, hicieron uso de la metralla desde los primeros momentos.
La lucha, mejor dicho, la carnicería era espantosa en la Puerta del Sol. Cuando cesó el fuego comenzaron a funcionar los caballos, la guardia polaca, llamada noble, y los famosos mamelucos cayeron a sablazos sobre el pueblo, siendo los ocupadores de la calle Mayor los que alcanzamos la peor parte, porque uno por uno y otro flanco nos atacaban los feroces jinetes. El peligro no me impedía observar quién estaba en torno mío, y así puedo decir que sostenían mi valor vacilante, además de la Primorosa, un señor grave y bien vestido que parecía aristócrata, y dos honradísimos tenderos de la misma calle, a quienes yo de antiguo conocía.
(Galdós, Episodio 3, cap. XXVII)

Daoíz y Velarde
Llegué a la calle en momentos muy críticos. Las dos piezas de la calle de San Pedro habían perdido gran parte de su gente, y los cadáveres obstruían el suelo. La colocada hacia poniente había de resistir el fuego de la de los franceses, sin más garantía de superioridad que el heroísmo de don Pedro Velarde y el auxilio de los tiros de fusil. /…/
Llegó el instante crítico y terrible. Durante él sentí una mano que se apoyaba en mi brazo. Al volver los ojos vi un brazo azul con charreteras de capitán. Pertenecía a don Luis Daoíz, que herido en la pierna, hacía esfuerzos por no caer al suelo, y se apoyaba en lo que encontró más cerca. Yo extendí mi brazo alrededor de su cintura, y él, cerrando los puños, elevándolos convulsamente al cielo, apretando los dientes y mordiendo después el pomo de su sable, lanzó una imprecación, una blasfemia, que habría hecho desplomar el firmamento, si lo de arriba obedeciera a las voces de abajo. /…/
Los franceses se arrojaron sobre nosotros con empuje formidable. El primero que cayó fue Daoíz, traspasado el pecho a bayonetazos. Retrocedimos precipitadamente hacia el interior del Parque todos los que pudimos, y como aún en aquel trance espantoso quisiera contenernos don Pedro Velarde, lo mató de un pistoletazo por la espalda un oficial enemigo. Muchos fueron implacablemente pasados a cuchillo; /…/ Por fortuna, yo no estaba herido sino muy levemente en la cabeza, y pude ponerme a cubierto en breve tiempo; al poco rato ya no pensaba más que en volver a mi casa, /…/…al llegar a la calle de San José, encontré aquel sitio inundado de gente del pueblo, especialmente de mujeres, que reconocían los cadáveres. /…/ Yo vi llevar el cuerpo, vivo aún, de Daoíz en hombros de cuatro paisanos, y seguido de apiñado gentío. Don Pedro Velarde oí que había sido completamente desnudado por los franceses, y en aquellos instantes sus deudos y amigos estaban amortajándole para darle sepultura en San Marcos.
(Galdós, Episodio 3, cap. XXX)


/…/yacían por el suelo las víctimas aún palpitantes, y no lejos de ellas, las que esperaban la muerte. Vi que las ataban codo con codo, obligándoles a ponerse de rodillas, unos de espaldas, otros de frente. Los más extendían los brazos, agitándolos al mismo tiempo que lanzaban imprecaciones y retos a los verdugos; algunos escondían con horror la cara en el pecho del vecino; otros lloraban; otros pedían la muerte, y vi uno que rompiendo con fuertes sacudidas las ligaduras, se abalanzó hacia los granaderos. Ninguna fórmula de juicio, ni tampoco preparación espiritual, precedían a esta abominación: los granaderos hacían fuego una o dos veces, y los sacrificados se revolvían en charcos de sangre con espantosa agonía.
Algunos acababan en el acto; pero los más padecían largo martirio antes de expirar, y hubo muchos que, heridos por las balas en las extremidades y desangrados. Sobrevivieron después de pasar por muertos, hasta la mañana del día siguiente, en que los mismos franceses, reconociendo su mala puntería, los mandaron al hospital. /…/
Los franceses, aunque a quemarropa, disparaban mal, y algunos de ellos, preciso es confesarlo, con marcada repugnancia, pues sin duda conocían el envilecimiento en que habían repentinamente caído las águilas imperiales.
(Galdós, Episodio 3, Cap. XXXII)
Los fusilamientos del 3 de Mayo en la montaña de Príncipe Pío